martes, 25 de agosto de 2009

Presentación: mi trabajo

En fin, dado que mi primera entrada no decía mucho acerca de mí (salvo que se me suele ignorar, cosa no del todo cierta), poco a poco iré desgajando mi personalidad en las entradas de mi recién estrenado espacio bloguero. Pero lo primero es lo primero. Este blog es para contar mis aventurillas en este lugar de la Galicia Superficial (es solo porque no es profunda) llamado Ortigueira. Antes de nada, aclarar dos cosillas para los que no lo sepan:
1. Llegué aquí de chiripa. Encontré una oferta en un portal de Internet, y eché el currículum. No me esperaba ni yo que me llamasen para venir, porque supuse que habría un montón de candidatos, teniendo la escuela de fisioterapia en A Coruña. Pero, por lo visto, todos esos fisios no quieren desplazarse de su lugar de residencia habitual. Al final me enteré de que a mi jefa la habían dejado totalmente colgada, y tuvo que recurrir a mí. No es una queja, que conste. Estoy encantada.
2. No tengo nada en contra del pueblo, pese a lo que pueda parecer en un primer momento. Me gusta el paisaje, la villa en sí, la playa y sus alrededores… ¡Pero es que está tan aislado! Como no tengo coche (aún), normalmente tardo en volver a casa unas 5 horas. En tren, claro. Y suerte que tuve, que tengo una estación que me lleva hasta Pravia a 15 minutos a pata, que si no…

Es comprensible que necesite sentirme más cerca de mi tierrina y de la mio xente, aunque solamente sea de forma virtual. Que mucho tuenti y mucho feisbuk, pero aquí la menda recibe comentarios de pascuas en ramos. Y visitas físicas, pocas.

(Respiración profunda… Relajación…)

Retomamos esto con un nuevo enfoque del caso. Esta vez con tres puntos, que iré poniendo en esta y otras entradas subsiguientes: mi trabajo, mi casa y el deporte.

Aunque monótono, me gusta mi trabajo. Resulta gratificante pensar que estoy ayudando a otras personas a conseguir un cierto bienestar físico. Ciertamente tiene partes malas, como el hecho de estar dando masajes varias horas seguidas, los cinco días de la semana, y acabar un viernes con las manos doloridas, pero creo que compensa.
Tampoco son muy agradables ciertos pacientes. Daré pocos detalles de éstos últimos, por la confidencialidad obligada por ley y tal, pero alguna anécdota caerá. Como que el baño de la clínica está muy orinado últimamente. Pero por gente que no atina. No tienen la culpa, pobrecitos, pero… ¡puaj!
Salvo ahora en verano, el resto del año los pacientes son casi todos conocidos, es lo que tiene trabajar en un pueblo donde solo estamos nosotras de fisios. Es como trabajar en familia. Una muy grande, pero todos nos conocemos a fin de cuentas. Si alguien de Ortigueira ha leído esto, seguro que ya sabe quien soy. No sé si estaré dando demasiados datos sobre mí, pero bueno, ya está hecho.

Pues a eso se resume mi vida por aquí, hasta la fecha: trabajo, trabajo y trabajo. Salvo los días en que recibo visitas o en los que me marcho yo, es lo que hago. Algo de ejercicio también, aunque no lo suficiente. La vagancia es lo que tiene… Pero podría ser peor.

La próxima entrada la dedicaré a mi casa. Y ya veréis por qué me quiero cambiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario